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Spread my wings and fly away

  • Daniela
  • 14 mar 2017
  • 3 Min. de lectura

Creo que todos podemos decir que alguna vez hemos estado TAN ansiosos por algo que, una noche antes del acontecimiento, perdemos el sueño y nuestro cerebro se concentra en lo que va a suceder al siguiente día. Bueno, el viernes 10 de marzo estuve dando vueltas en mi cama, después de haber pasado unas horas celebrando el cumpleaños de una amiga (tranquilos, no trasnoché ni tomé de más), pues la mañana siguiente por fin iba a estar con cara de ponqué recibiendo el muy anhelado diploma de grado.


Así es, ya no soy una estudiante en espera del cartón escribiéndoles, oficialmente soy Comunicadora Social de la Pontificia Universidad Javeriana (yay!).


¿Qué tal estuvo el grado? La madrugada fue un poco tétrica pues, todos los que me conocen bien pueden dar fe de ello, Daniela y la acción de madrugar no van de la mano; pero bueno, en este caso era completamente necesario pues la ceremonia empezaba a las 8am y teníamos que estar a las 7:30am, por ende la alarma de pacotilla sonó a las 5:30am y sorprendentemente, mi mamá y mi hermana seguían dormidas, eso es algo que nunca pasa. Finalmente, después de todo el corre corre matutino, nos recogió mi papá y llegamos a la universidad, donde había un mar de gente en traje, vestido y tacones, intentando ingresar a la carpa donde sería la ceremonia.


Cuando logré identificar el puesto donde pasaría las siguientes 2 o 3 horas, me senté al lado de un amigo con quien empecé la universidad, desde la inducción hasta el último minuto como “estudiantes”. En medio de los nervios y del calor (porque casi nos derretimos todos) estuve hablando con varios compañeros con los que tuve la dicha de recorrer este camino, mientras pensaba seriamente en no caerme durante el desfile para recoger el famoso diploma, pues este fue un pensamiento recurrente en mi desvelo de la noche anterior.




Después de haber mencionado a 446 estudiantes, por fin era mi turno de darle la mano a la decana de la facultad y recibir el enorme diploma (nunca he entendido porqué son tan grandes), para después, darle la mano al señor de logística que me dijo “con cuidado señorita, estas escaleras son un poco inestables” (muchas gracias señor, logró que volviera mi angustia por terminar dándole un beso al piso de bajada). Afortunadamente, ni yo ni nadie se cayó.


Finalmente, habiendo terminado de mencionar otros 200 y pico de nombres, habló un compañero de la Facultad de Artes que, además, estudió conmigo en mi primer colegio; después de su discurso y cantar el himno de la universidad (que nadie se sabía), llegó el momento de la “salida solemne de los graduados” en la cual, por su semejanza con un recorrido hacía el altar de una iglesia, faltó que nos echaran arroz. Afuera, entre abrazos, felicitaciones y fotos, culminó nuestra ceremonia de grado.


Así, fue como después de cinco años de carrera, en los que viví una gran cantidad de emociones y experiencias, buenas y malas, me convertí en Comunicadora Social; gracias a la Pontificia Universidad Javeriana por ser mi segundo hogar durante este tiempo y gracias a todos los profesores cuyas exigencias me han llevado a convertirme en la profesional que soy.


Gracias también a todas las personas lindas que me acompañaron en este recorrido, espero poder seguir compartiendo muchas experiencias con ustedes en los años que vienen.



Y, entrada la nostalgia, cierro esta entrada con este video.




Peace out


Yorumlar


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Comunicadora Social con énfasis en Publicidad de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. 

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