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Barcelona, Ciudad de las Maravillas

  • Daniela
  • 30 abr 2017
  • 3 Min. de lectura

Nota al lector: hoy es el día 40 desde que comencé este viaje y la siguiente entrada la escribí durante el recorrido de tren desde Barcelona a Toulouse, es decir el día #4, por lo que encontrarán algunas cosas que posiblemente ya no apliquen al tiempo presente.

Dentro de las mejores cosas que puedo decir del viaje hasta el momento, es que afortunadamente he estado casi completamente desconectada del mundo, por eso no he podido escribir y publicar esta entrada antes; además, como Camila me dijo ayer, mis fans deben estar muy tristes de no leer que ha pasado durante estos días (eso espero, ¿eh?) y por esto, voy a contarles día por día lo que pasó.


Día 2


Después de arrancar mi aventura y tener el encuentro más rosa del mundo con Camila y Santiago, empezamos nuestro segundo día despertándonos más tarde de lo esperado y nos arreglamos en bombas para salir. Sin desayuno en el estómago, Camila y yo caminamos durante unas tres horas buscando unos ítems que necesitábamos para nuestra supervivencia en el viaje; después de casi sacarnos los ojos del hambre, finalmente paramos en un Starbucks a tomarnos un café y comernos un croissant.


Más tarde, caminamos hacia el Parque Güell al cual, como queda en una loma, llegamos sudando y con la lengua afuera; en este, recorrimos unos caminos que rodeaban la Casa Museo de Gaudí y cuya vista cae sobre la ciudad de Barcelona. Después, bajo mis muy buenas indicaciones (mhm…) caminamos hacia La Sagrada Familia que, según yo, quedaba muy cerca al parque. En efecto, como deben estar pensando en este momento, no quedaba tan cerca. Esta, la visitaríamos bien al día siguiente por lo que continuamos caminando hacia La Rambla de Barcelona, un paseo peatonal muy bonito y donde se encuentra el famoso Mercado de la Boquería y en el cual Santi nos había recomendado comer paella; sin embargo, como siempre andamos un poco corridas de tiempo y llegando tarde, a las 17:00 no encontramos paella deliciosa para almorzar.


Parque Güell, Camila y Daniela. Marzo, 2017.


En la noche, íbamos a comer con Claudio (¿se acuerdan del amigo de mi mamá?) pero por cuestiones de tiempo no se pudo y terminamos “cocinando” unos sánduches o bocadillos (que según yo se les decía bizcochos) de jamón serrano; también, vimos una película y pendejeamos en Facebook con esos tests tipo “¿qué clase de esposa eres?” o “¿a cuál famoso te pareces?” en el que Camila se pareció a Bruno Mars y Santiago a Selena Gómez.


Día 3


Nuevamente, nos despertamos más tarde de lo esperado y salimos a comprar el Interrail (un tiquete con el que pude viajar en 7 fechas diferentes a lo largo de un mes) y, como buena despistada que soy, dejé el pasaporte en la casa por lo que tuvimos que volver más tarde. Pasado esto, fuimos a La Sagrada Familia y esta vez sí entré a ver los famosos techos y vitrales, divinos como me los imaginaba.


Después, fuimos a almorzar a un restaurante cerca al apartamento llamado Family Room (muy bueno, btw) con el novio de mi mejor amiga, al cual no conocía, Borja. El almuerzo fue muy divertido y para cuando nos dimos cuenta de la hora ya habían pasado casi tres horas de habernos sentado a echar rulo y comer. Eventualmente, yo tenía que volver por mi pasaporte y comprar el Interrail, y Borja tenía una reunión, por lo que nos despedimos y seguimos nuestro camino.


Family Room, Borja y Daniela. Marzo 2017


Al llegar a casa por el pasaporte, nos encontramos con Santi que nos acompañó a comprar el famoso tiquete y, después, fuimos a comer churros, o churrasco según Camila (un lapsus mental, ustedes saben), con chocolate; entre el churrasco y las risas, cada quien sacó a relucir su alter-ego malvado, convirtiéndonos así en Natalia (Camila), Arturo (Santiago) y Verónica (obviamente, yo).


Al rato, fuimos a arreglarnos al apartamento porque, esta vez sí, fuimos a comer con Claudio y después de rumba; la comida fue muy divertida, nos reímos un montón y comimos cochinillo, morcilla y cordero, entre copas de cava, vino, orujo y gin-tonic.


Con Nati y Artu fuimos a menear el bote a un sitio llamado Otto, pero no sin antes haber ido a apostar shots de tequila en un bar muy cerca; la apostada consistía en escoger un juego para retar a la bartender para lo que yo escogí la ruleta y me gané un shot gratis. Entre el golpe de ala de los asistentes en la rumba y la música, bailamos unas horas antes de irnos a dormir nuevamente, pues al siguiente día partíamos hacia Toulouse a las 11:16am. Así, corriendo contra el tiempo, trasnochadas y con cara de zombies, dejamos la linda ciudad de Barcelona.


Gracias Santi, Clau y Borja por aguantarse nuestras pavadas, risas y descaches, y por compartir su tiempo con nosotras. Los quiero.


Sin nada más por contar, los dejo con el marcador:


Barcelona: check

Toulouse: to come


Peace out




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Comunicadora Social con énfasis en Publicidad de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. 

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