top of page

Marseille, la ciudad más antigua de Francia

  • Daniela
  • 10 ago 2017
  • 3 Min. de lectura

Nota al lector: de Toulouse a Marsella no viajamos en tren directamente, agarramos un bus (en la misma estación de tren de la ciudad de origen) hasta una ciudad que se llama Narbonne y de ahí sí tomamos el tren hacia nuestro destino. Dicho esto, puedo continuar con el recorrido.

Como algunos de ustedes sabrán, soy una persona que se marea apenas pisa un carro o medio de transporte que no se mueva sobre rieles, a menos de que vaya manejando o de copiloto.

Las siguientes horas a nuestra partida de Toulouse las pasamos en un bus cuyo recorrido fue muy bonito y frustrante al mismo tiempo porque, como les dije, me mareo muy fácil y fue una lucha constante contra el rugido de mis tripas.

No recuerdo cuántas horas estuvimos a bordo del bus pero sí me acuerdo de los paisajes tan divinos que vi. Entre los vastos terrenos de pasto, campos de flores y con un cielo azul, pasamos a través de varios poblados, los típicos que vemos en las películas europeas.

Camila y yo tenemos la capacidad de imaginarnos la vida de las personas, sea hace mil años atrás en un castillo o en la actualidad en esos pequeños pueblos, por lo que el recorrido terminó siendo muy entretenido; comentábamos sobre cómo seríamos nosotras de haber nacido en uno de esos pueblos, ¿seríamos campesinas cuidando el huerto? o ¿de pronto dueñas de una panadería? Nunca lo sabremos, pero si distrajimos mi mareo preguntándonos esto.

Una vez llegamos a Narbonne, tuvimos dos horas de espera mientras llegaba el tren por lo que fuimos a almorzar a un sitio italiano cruzando la calle; luego, llegó el tren y partimos rumbo a Marsella. Llegamos en la tarde-noche, para buscar el Airbnb que habíamos alquilado por esos días; Cassandra, la francesa dueña del apartamento, y su marido de Senegal, Beya, nos dieron las indicaciones necesarias y, sin embargo, estuvimos a nada de perdernos.

Finalmente, muertas por el día tan largo, llegamos al apartamento donde nos recibieron y nos mostraron nuestra habitación para descargar los backpacks. Nuestros lindos anfitriones vivieron un tiempo en Italia, por lo que nos comunicábamos en italiano entre los tres, mientras Camila ‘paraba oreja’ e intentaba balbucear algunas cosas (<3).

Nos presentaron a Dior, el conejo que tienen de mascota, y nos contaron sobre la ciudad y algunos lugares que debíamos visitar, antes de caer en un sueño profundo.

Al día siguiente, a pesar de que pusimos alarmas para despertarnos y salir temprano, nos levantamos y desayunamos con toda la tranquilidad del mundo, mientras veíamos ‘La vida moderna de Rocco’ en francés. Después, nos arreglamos y salimos a conocer la ciudad.

No sé cómo poner esto en palabras, pero caminar por Marsella es como una montaña rusa, suba y baje, suba y baje; algunas calles podría decirse que las escalábamos mientras que otras las rodábamos. De igual forma, fue un buen ejercicio y nos gozamos mucho estas caminadas porque encontramos en cada rincón de la ciudad algo increíble.

Caminamos infinitamente por todos los lugares habidos y por haber en la ciudad. Incluso, repetimos un par.

En total, estuvimos tres días en Marseille porque, estando lo más cerca de la playa que íbamos a estar en todo el viaje, yo estaba enloquecida por visitar una de estas.

(Si quieren saber a dónde fuimos, hagan click aquí)

Nuestro último día, como ya habíamos visitado varios lugares, decidimos volver a los que más nos gustaron: el barrio artístico, el puerto y, en el camino, nos encontramos con el Castillo de Longchamp.

Cuando vimos el castillo, subimos a ver la vista que tiene desde arriba sobre toda la ciudad y caminamos un poco admirando las enormes columnas y esculturas que tiene. Ya íbamos a bajar cuando vimos a nuestra izquierda una entrada a un jardín. Decidimos entrar y nos llevamos una sorpresa: un parque enorme, totalmente inesperado al ser muy elevado el lugar, lleno de árboles, fuentes y personas tomando el sol, jugando con sus hijos o leyendo un libro.

(Les quedo debiendo la foto porque no la encuentro por ningún lado)

Dichosas de habernos topado y conocido este castillo, caminamos de vuelta al apartamento con el atardecer de fondo y una gran nostalgia por ser nuestra última noche allá.

Kssy y Beya, tenían que viajar esa noche a un evento y volvían a la mañana siguiente, asustados de no podernos despedir. Afortunadamente, el susto valió para nada porque al siguiente día pudimos despedirnos bien de ellos.

Finalmente, después de toda la travesía por Marseille, tuvimos que caminar cuesta arriba con un calor de los mil demonios, cargando backpacks y sudando cada paso que dábamos, hacia la estación de tren para irnos a nuestro siguiente destino: Lyon.

Marseille: check

Cassis: check

Lyon: to come

Peace out.


Yorumlar


You Might Also Like:
fot6
fot7
fot10
fot9
fot
Formalidades

Comunicadora Social con énfasis en Publicidad de la Pontificia Universidad Javeriana de Bogotá. 

  • White Instagram Icon
Instagram
Comentarios

¡Bien! Mensaje recibido

bottom of page